noviembre 23, 2011

Cuando un pañuelo se desgasta por tanta sinceridad, por ser atento, por ser un respiro entre el llanto. Ese pañuelo inmerso en tanta dicha y dolor empieza a desgastarse. Sólo el dueño de ese pañuelo decidirá si remplazarlo o conservarlo; en ésta última opción el conservarlo representaría un símbolo que recae en la estima o un recuerdo melancólico. Pienso que ese pañuelo merece ser remendado, adornado por finos encajes: de esa manera podría trascender su significado una y otra vez. La persona que lo llegará a ver, a sentir, cambiaría inmediatamente ese llanto triste por un llanto de admiración. Ese detalle que se puede tener con el pañuelo, es el mismo que se le puede dar a un amor verdadero, no un amor por la otra persona, un amor, ese amor único que posee la persona, ese amor que vive en su ser y que es depositado en otros seres. El amor también merece un hermoso ropaje, un trato mejor.  Las batallas que afronta le hacen un héroe, un pañuelo.

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