Ese tipo de felicidad que no depende de nada ni de nadie, sólo de mí misma. Bueno gran parte de mi alegría al contemplar la vida se debe a un rusito. Me enamore de él, de su forma de apreciar la vida y también de despreciarla. Porque justo la felicidad no trata de puros momentos gratos. Andrey, Andrey, mi querido Andrey. Y Rostov, el bello Rostov sorprendido por la profundidad del alma de María. De la espiritual María. Y Pierre, qué será de ti con esa alma tan pura, fácil de perecer por culpa de unas mentes huecas...
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