“Me gusta, por ejemplo, caminar por un piso de madera donde hay azúcar derramada. Ese pequeño ruido…”.
“Cuando yo miro una escena... aquí se detuvo de nuevo y
en seguida reanudó el discurso con una disgresión-: (el hecho de ver las
muñecas en vitrinas es muy importante por el vidrio; eso les da cierta cualidad
de recuerdo; antes, cuando podía ver espejos -ahora me hacen mal, pero sería
muy largo de explicar el porqué- me gustaba ver las habitaciones que aparecían
en los espejos.) Cuando miro una escena me parece que descubro un recuerdo que
ha tenido una mujer en un momento importante de su vida; es algo así -perdonen
la manera de decirlo- como si le abriera una rendija en la cabeza. Entonces me
quedo con ese recuerdo como si le robara una prenda íntima; con ella imagino y
deduzco muchas cosas y hasta podría decir que al revisarla tengo la impresión
de violar algo sagrado;..."
Espejos
reflejando la casa, los retazos de brazos y piernas adornando espacios, una
muñeca encima de un árbol, un cuchillo atacando la felpa de un objeto
inanimado, las bolsas de agua para proveerle calor. Es surrealista.
Más allá de la estructura narrativa; el montaje que realiza el autor en su
narración es impecable; primero por el ambiente sonoro y segundo por
preocuparse por el detalle de un montaje visual, el lector puede encontrarse
inmerso en el juego de la construcción de imágenes: con un fragmento de un
relato de la historia de una muñeca se logra visualizar una historia dentro de
otra historia y sólo una muñeca nos permite indagar otros espacios y atmósferas.
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